Mi camino en la sanación emocional comenzó a los 17 años, cuando conocí a mi Maestro de teatro. Fue en ese momento que inicié la sanación de una herida profunda: la muerte de mi madre cuando tenía 12 años. La meditación fue mi primer paso hacia la conexión con mi esencia y me permitió encontrar paz en medio del dolor.

A los 21 años, enfrenté una experiencia de violencia sexual que desencadenó una etapa de depresión y síntomas físicos, incluyendo una enfermedad conocida como enfermedad trofoblástica gestacional. Fue a través de la meditación, la visualización creativa, los códigos sagrados y un proceso de autoconocimiento e introspección que logré sobreponerme y transformarme. La sanación emocional me cambió profundamente; me ayudó a aceptar cada aspecto de mi ser, a reconectar con la alegría y a redescubrir la belleza de las pequeñas cosas.

Este camino me enseñó que, aunque las experiencias de vida sean duras, siempre podemos hallar una luz. Hoy deseo que quienes me acompañan en este viaje tomen valor para emprender su propio proceso de autoconocimiento, con la confianza de que todo puede convertirse en una oportunidad de aprendizaje y transformación.